jueves, 29 de agosto de 2013

Rodrigo Llanes, un chef audaz: “La cocina de vanguardia es como una juguetería”

Rodrígo Llanes, cocinero vanguardista
Rodrigo Llanes, un chef audaz

“La cocina de vanguardia es como una juguetería”

Un joven chef, aparentemente tímido, nos ofrece una entrevista en la que nos hace ver que en este universo “todo se conecta” dando lugar a las más maravillosas creaciones gastronómicas y  donde los más connotados chef del mundo han  surgido desde los más diversos escenarios: institutos culinarios, ¡sin duda!, desde un laboratorio de química, ¡más de los que imaginamos!, desde la más o la menos deslumbrantes canchas de fútbol, ¡muchos y para muestra un botón! , o simplemente desde el terruño infantil, fuente eterna de recuerdos de aromas, que invita a converger de la mejor manera todas las áreas del conocimiento humano alrededor de la buena mesa.   

Dedicado la mayoría del tiempo a la enseñanza culinaria en Buenos Aires, Rodrigo Llanes ha tenido un recorrido amplio e interesante en su formación como chef. A los 22 años de edad se fue a Europa para estudiar y trabajar en los grandes restaurantes. Su objetivo no era solo practicar lo aprendido, sino buscar una nueva manera de dinamizar el hecho cultural y social de sentarse en una mesa y compartir las más atípicas recetas, despertar las papilas gustativas y seducir los demás sentidos. ¿Que cómo lo hace? Con pasión y aire, sí, entre otras cosas, ¡con aire!…

¿Quién eres actualmente?

En el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG) dicto clases sobre todo lo que es cocina de vanguardia, cocina fría, pasta, salsas y cocina al vacío. En el rol de profesor trato de trasladar lo que aprendí con todo y los sacrificios que hemos hecho en cada momento. Hoy los tiempos han cambiado; el internet hace las cosas más fácil, por ello debo transmitirles a los chicos la pasión y cariño que uno siente en el alma y el corazón, al ser cocinero, el por qué me gusta hacerlo y amo serlo, con honestidad y respeto.  Yo tuve la suerte de trabajar con maestros como Ferrán Adriá y Martín Berasategui. Ellos son brillantes en la cocina y te das cuenta de por qué son lo que son al saber que viven, respiran y sudan gastronomía, a un extremo que no eres capaz de entenderlo, yo amo lo que hago pero no está por encima de mi familia por ejemplo.

No obstante, lo importante para mi es que el día de mañana se refieran a mí como: “ahh sí, buen pibe”. Hace muchos años yo tuve la oportunidad de ver una entrevista a uno de los grandes cocineros y él empezó la entrevista diciendo: “cuando uno sabe un poquito más que el otro tiene la obligación de enseñarlo”, entonces si vos tenés el poder y sabés un poquito más que el otro tenés la obligación de enseñarlo y de cuidarlo para crear un medio ambiente mejor.

Háblanos de tu trayectoria profesional

Empecé mi primer trabajo como a los 15 años en la costa, haciendo sándwiches, tabla de picadas y hamburguesas. Luego pasé a un restaurante en San Telmo muy chiquito y después tuve la suerte de hacer unas pasantías en Europa con Martin Berasategui que tiene tres “Estrellas Michelin”. Volví a dar clases en una escuela de Bahía Blanca, en Capital y finalmente en el IAG. Un día suena el teléfono de mi casa y era Martín proponiéndome trabajar un año más con ellos. Ese tiempo se convirtió en siete años de mucho trabajo en el país Vasco (España) en un pueblito a 12 km de San Sebastián. Fui jefe del  IMASDE donde realicé proyectos de desarrollo e investigación para crear platos de restaurantes y productos de la cocina industrial; de golpe me encontré con un mundo diferente para mí y fue buenísimo porque descubrí muchas cosas de la química que no conocía tanto o lo que conocía se magnificó. Saber que hay productos en polvo que pueda saber a pollo a la brasa fue espectacular. Martín también tiene un restaurante en Shanghái y fuimos hacia allá cuando lo inauguró para entrenar a la gente y conocer más productos y toda la cultura de oriental. De allí llegó un punto en el que quería ver otra cocina y me fui con Michael Bras a Francia a una cocina con productos más ligados a la tierra. También trabajé la parte pastelera con Paco Torre Blanca, chocolatero y pastelero muy emblemático de la ciudad de las luces. Seguidamente fui a Cantabria a un restaurante de tres Estrellas como jefe de cocina por seis meses más o menos. Previamente, pasé un tiempo en otro de una Estrella en Bilbao así como un restaurante bastante básico logrando que nos dieran el Diploma de la Michelin y peleando cabeza a cabeza con otro restaurante para ganar la primera Estrella. Al año tomé la idea de devolverme a Argentina y fue inconmensurable porque venía con una idea diferente de lo que hice aquí, por ello decidí volver a la escuela que es lo más parecido al nivel y a la forma de trabajo centrado y muy organizado de los restaurantes en los que trabajé.

¿Siempre quisiste ser lo que eres ahora?

No, la verdad no. Yo estaba practicando para jugador de futbol, de hecho jugué profesionalmente con los clubes de aquí, pero me rompí dos veces la rodilla y la segunda operación no quedó muy bien. Tenía 20 años en ése momento y ya a los 20 años si no eras un crack, te queda muy poca esperanza y más con dos rodillas rotas. En ese momento reflexioné y opté por lo otro que me gustaba que era la cocina.

¿Ya llegaste a donde quería llegar?

No, porque el día que yo sienta que ya llegué a donde quiero estar, creo que no tendré más ilusiones. Si tengo 30 quiero cumplir 31, llegar más alto. Igual el mundo gastronómico va tan rápido que siempre hay cosas nuevas que aprender y estilos de cocina que ver. Hay momentos que si te soy sincero luego de 17, 18 horas de trabajo más la presión, salía llorando diciendo ¿qué hago acá? y me iba a mi casa solo, pero me bañaba y descansaba para que al día siguiente me levantara con más ganas de trabajar. Lo que quiero expresar es que ¡claro que hay momentos durísimos! pero nada en la vida se logra sin pasar por esas situaciones. Si todo te sale tan bonito siempre, nunca vas a valorar las cosas buenas que te pasen.

Un aporte en el oficio

Uffff jejejeje ehhhhh… no sé creo que si le aporto algo a esto son las ganas, la honestidad y la humildad. Son tres virtudes que debemos tener los cocineros para poder enseñar y para seguir aprendiendo. Entonces tengo que ser humilde para que alguien me enseñe y tengo que ser honesto para poder enseñar.

¿Alguna autocrítica?

Me hubiese gustado comenzar más temprano, si a los 16 hubiese estudiado esto, ¡mejor! Mis debilidades a nivel profesional pueden llegar a estar en la pastelería y panadería. Lo trabajé con mi padrino que es panadero y lo manejo un poco, pero viendo esa debilidad trato de tomarla como aspecto para cambiar. La manera de mejorar dentro de la cocina es estudiando, agarrar un libro y decirle a un profesor cinco o seis minutos tus reflexiones y dudas para encontrar luces, esa es una manera de aprender.

¿Algún premio obtenido?

Gané un premio de postre en Bilbao, hice un postre de mate con jugo de naranja, granizado de café y biscocho de pomelo. Fue premiado en el 2011 como el mejor postre del restaurante. No me esperaba el premio.

¿Qué nos dices sobre la cocina de vanguardia?

Para mí es como soltar a un nene en la juguetería, porque te permite jugar con texturas, temperaturas, cosas que son líquidas volverlas sólidas, cosas que son sólidas volverlas etéreas como una espuma o un aire; es súper divertido. Ahora lo que me enoja un poco de esta cocina es que hay mucha gente que ve cómo se hace una cosa y la quieren reproducir muchas veces sin saber. Es decir, es una cocina que sin saber se puede hacer porque solo tenés que seguir una receta o una “fórmula” y listo, tenés el plato creado. Sin embargo, se sabe quién estudió y quién no se empapó con los conceptos básicos de esta cocina. Esa gente no va más allá de la receta que tiene al frente; yo no digo que lo hagan mal, solo que pasé muchos años trabajando con Ferrán Adriá y los chicos de “El Bulli” y no es tan simple como eso.

El primer contacto que tuve con la vanguardia fue en la Argentina con un muchacho que se llama Alejandro Digilio. Él ha estado mucho tiempo en el Bulli. Un día muy específico hicimos un menú degustación en este restaurante de cocina argentina llevada a la vanguardia y la verdad me encantó y me quedó ese gustito de que quiero saber sobre esta movida. Cuando fui a Europa, Martín era muy amigo de Ferrán y me recomendó para participar dos años seguidos en el laboratorio de “El Bulli”, esa fue mi gran juguetería.

Ahora, para llegar a esta cocina queriendo preparar una buena espuma de guiso de lentejas primero tenés que aprender a hacer un buen guiso de lentejas. Esa es una de las etapas más básicas acompañado también por etapa de química. El saber porqué una cosa va mejor con otra o porqué puedo mezclar este polvo con esta verdura y la reacción que va a tener.

¿Cómo es estar con algunas de las grandes personalidades del mundo gastronómico?

“El Bulli” es un lugar que me gustó mucho; vos veías que había una inversión grande en maquinaria y luego que hablás con los chicos sobre los viajes que hacen alrededor del mundo, afirman, no sólo la inversión en maquinarias (que queda dentro de los activos de la empresa), sino también la inversión que hacen con su talento humano. ¡ Lograr que esas personas se queden con vos y mantenerlas contentas, es como un noviazgo, donde la sencillez, la comunicación y el compromiso es parte activa de esta gran relación!

Cosas increíbles me pasaron como el estar comiendo con Martín Berasategui, Ferrán Adriá, Jean Marí Arsak, Pedro Subijana  y Quique Da Costa… ¡y yo ahí, calladito la boca!. Me acuerdo que Subijana me mira y dijo: “tío para ser argentino no hablais nada”, y yo le respondí: ¿Sabés qué es lo que pasa? que yo hasta hace nada leía todos sus libros y hoy estoy comiendo con ustedes, a lo que me manifestó: “Tranquilo que eres uno más”. Esa sencillez que tienen capaz que lo digan de la boca para afuera, pero sí te hacen sentir parte de ellos.

¿Las vanguardias de hoy serán las retaguardias del futuro?

No creo que este estilo de cocina llegue, que el día de mañana el ama de casa abra la alacena y tenga calcio en ella. Esto es una cocina paralela que no es para todos, es para aquel que le guste lo gourmet, que disfrute de comer y lo entienda, que no sea solo llevarse alimentos a la boca y llenarse. Vos podés hacer una esfera de cualquier cosa, se la das a una persona que no lo entiende y preferirá una hamburguesa, un pancho o un guiso. En cambio le das ésto a una persona que ha estudiado y empieza a ver el sabor, la textura, a pensar cómo se llegó a eso, con qué productos se hizo y lo disfruta más. En definitiva es una cocina sectaria. En América estamos años luz de lo que es entender qué es el comer, vos agarras a un niño de seis años y le dices que te mencione cuatro quesos y te va a decir cheddar o el amarillo de Mc’ Donalds, en cambio un chico francés de la misma edad te va a decir de qué leche, ¿de cabra? Entendés.  

¿Cuál es el futuro de la cocina vanguardista?

Todo es cíclico. Vamos a volver a los grandes guisos y a las grandes ollas, a la tierra, al respeto del producto desde que lo plantan. Esta cocina, la de vanguardia, marcó una década, una fecha, un estilo pero no será masiva.

¿Qué piensas de los productos modificados genéticamente?

Está bien, yo estoy en pro de todo lo que mejore algo. Si ponen un tomate 10 veces más grande y con más sabor ¿por qué lo voy a rechazar? Claro, siempre que no produzca ningún efecto secundario. Si yo puedo tocar genéticamente un tomate para que alimente no a una persona sino a 10, ¿¿ por qué no??

Los conceptos básicos para entender la cocina de vanguardia son…

Lo primero que debemos saber es cuáles son los productos que usamos y que desde hace años se usan en la cocina industrial. Lo que hizo Ferrán fue sacarlos de allí y llevarlos al restaurante. Muchos de estos “ingredientes” causan reacciones químicas en los alimentos. Ver la estructura celular o molecular de los alimentos y el PH ayuda a entender cómo se trabaja con el alma (yo le digo “El Alma de los productos”) y saber hasta dónde se puede “jugar” sin transformarla demasiado. Por ende, tenemos que conocer de la estructura y de la química.

Hay cosas que hacía hasta mi abuela; cuando cocinaba callos en almíbar, los dejaba en cal viva. Sabemos que la cal y el calcio tienen partes medianamente parecidas y producen lo mismo, por lo que usamos calcio, que no es nocivo para la salud, y lograr el mismo efecto: endurecer y generar una placa más dura. Este es uno de muchos ejemplos de conceptos usados en esta cocina.

¿De niño eras bueno en química?

No, era horrible. Algo que yo trato en las clases y seminarios y sé que es difícil (a veces la clase se hace larga y estás cansado) es de hacerlo divertido y que tengas ganas de venir. Esas ganas de ir a las clases de química ningún profesor me las generó. Despertar esa curiosidad con respecto a los temas de la materia, es lo que tenés que despertar en los alumnos. Claro, es difícil quedarte hablando y mantener al alumno pendiente y al borde de la silla queriendo saber lo que le estás enseñando.

¿Cuál es la relación entre la química y la cocina?

Te pongo un ejemplo. Mi mamá estaba haciendo un guisado con la col roja y le echó vinagre, en ese momento vi cómo la col cambió de color, ¡yo no entendía nada! Fue la primera reacción química que vi. A los años entendí que el PH de la vitamina que tiene el repollo mezclado con el ácido se transforma en color rosa, cambia de morado a rosa y me encantó. Luego cuando principié con la cocina de vanguardia entendí estas cosas; además había un programa en Discovery haciendo tonterías de cocina llevadas a las cualidades órgano-eléctricas de las personas, es decir, si te vendo los ojos y pruebas algo, sabes lo que es. Si te tapo la nariz y los ojos no vas a saber qué es. Nosotros terminamos conociendo a la cocina por los sabores y por el olfato.

¿Cuál es la diferencia entre cocina de vanguardia y cocina molecular?

La cocina molecular está mal llamada porque nosotros no es que cocinamos con una molécula, nosotros lo que hacemos es trabajar el todo. Se le dice cocina molecular por la cuestión química, de hecho, hay muchas producciones audiovisuales de cocina molecular en EE.UU y siempre tienen símbolos químicos, átomos dando vueltas y por eso lo llaman molecular, pero en realidad es vanguardista. Dicho de otro modo, todo lo que está en la novedad es vanguardista. El cavernícola cuando asó la carne sobre el fuego hizo vanguardia.

¿Cómo usas un elemento como el aire en una receta vanguardista?

Decir  “te invito a comer aire” no estaba bueno, pero cuando empezás con todo este tema, decís ¡pero si  al aire lo tenemos todo el tiempo!, ¿por qué no se puede tratar de encapsularlo en algo? y decís, bueno, ¡en la zanahoria porque tiene beta-caroteno y ayuda a encapsular el aire!, y entonces tenés aire más un sabor y lo loco es la textura que eso te da. ¡Llevarte un aire a la boca y de golpe por la humedad y la temperatura enseguida desaparece todo y solamente te queda el sabor, me parece increíble y divertido!

Esta cocina o la amás o la odiás y hoy por hoy tiene más detractores que seguidores. Nosotros mismos en la escuela tenemos cocineros que son más tradicionalistas y dicen “necesito un buen jamón para hacer un caldo”, y  otros que le responden “estás  loco para romper un jamón y hacer un caldo no más”. Él come una feta de jamón y yo una esfera de jamón, con el mismo sabor los dos, pero yo lo llevé a una esfera y él lo comió tradicionalmente.

¿En la cocina de vanguardia qué es lo más importante: textura, sabor, presentación…?

¡Es un todo! El sabor es lo más importante pero muy pegadito viene la presentación. Yo te puedo dar un plato súper loco y que vos no entendás el sabor, ese es el gran error que yo encuentro en lugares de cocina vanguardista: “Eso es muy loco pero no sabía a nada”. A veces lo sufrís un poco porque tenés que estar buscando una forma diferente y más divertida para que el cliente interactúe con la comida y eso te saca un poco del eje que es el sabor.

Igual podés decir que yo quiero que esto vuele y lo ponés entre dos imanes que tenga la misma polaridad para que quede flotando y abajo le ponés unas ramitas con un poco de nitrógeno creando una bruma y el bocadillo queda flotando. Hay que tener en cuenta el hecho de ir a  no a un restaurante cualquiera, es ir a que te mimen, te sorprendan, te deslumbren. En resumen, si vas a una montaña rusa vas con la cabeza abierta, después tomas la decisión si te gustó o no pero no vayas con una idea ya fijada, cuando nunca estuviste o es la primera vez que vas.

¿Cuales otras disciplinas van a intervenir en la cocina?

Creo que hoy todas las artes y todas las ramas de la vida van metiéndose poco a poco en la comida. La química se metió un poquito más porque toca el producto, pero el que hace cocina de autor, es una persona que quiere revelar cómo es, mostrando un poquito de todos los conocimientos: la música que escuchas, la forma de vivir lo que te conmueve y todo conjugarlo en un plato de comida.

¿Qué opinás de la cocina argentina?

Está solamente dentro de los límites de Argentina y ni siquiera eso, porque en mi experiencia de profesor cuando hice un seminario de cocina de vanguardia argentina, usé los sabores más conocidos de la región y pregunté por los platos típicos y la mitad de los chicos, no sabía  lo que era  o nunca lo habían comido. La cocina se fue perdiendo.

Nosotros somos una mezcla de todo, somos muy europeos, muy suramericanos pero estamos perdiendo la raíz. Algo que yo admiro mucho de Perú, México o Brasil es que tienen su raíz propia. Se pueden quedar en el tiempo pero tienen su raíz; a nosotros nos falta eso. Hoy le preguntas a un chico por la cocina argentina y te va a decir milanesas, asados o empanadas. Acá hay gente especializada en cortes de carnes, de maduraciones de carnes, saben de leña y carbones pero como no son “marketineros” ni jóvenes con onda, no se mandan.

¿Hacia dónde apunta la cocina argentina?

No creo que desaparezca. Yo con gente de otras escuelas de cocineros creemos que hay una “camada” que está defendiendo, (cada uno con sus armas, algunos más tradicionales otros más modernos) sus raíces. Aunque si te soy sincero, nos falta. Vos vas a España y defienden las tortillas como si fuera el mejor plato del mundo y el ingrediente principal no es de ellos, igual pasa con la paella que es “la hostia” para ellos y el ingrediente principal tampoco es español, la cocción típica de la paella es de un plato árabe y aún así la defienden y la aman. Ojalá tuviéramos nosotros el amor y el respeto por lo argentino.

Acciones para cambiar esa realidad

Sacando cuentas, al ser profesor tenés la chance de darle clases a 32 personas por curso, cuatro cursos por día llega a 128 chicos, de los cuales aproximadamente el 10%  entiendan el mensaje y luego el 50% de ese 10% lo transmita a otros 128 personas, vas creando una especie de conciencia.

Indiscutiblemente lo de afuera está bueno, pero lo nuestro también está bueno, tenemos la costumbre de vanagloriar todo lo de afuera y decir que es mejor que lo nuestro y no es así. Por otro lado, tengo un proveedor al que debo exigirle que me traiga una buena verdura. Si yo le exijo a mi proveedor, él le va a exigir a la persona que él le compra y esa persona al que lo planta, hasta que lleguemos a un producto bueno y decir “esto es un tomate que es rico, que es redondo, que es rojo, que tiene jugo que sabe a tomate”. Es así con todo.

Tenemos que empezar a volver a la tierra para ganar y más en un país que si algo nos sobra son tierras, campos, combinados con la conciencia del que no cumple tiene que cambiar su proceder. Generará un costo pero ese costo es positivo. Yo no soy el que compra un calzado en mil pesos solo porque lleva una etiqueta de una marca, pero sí voy a exigir un buen calzado y si pago mil pesos tiene que ser un excelente calzado.

¿La moda influye en la cocina?

Sí influye, está influyendo hoy. Hay muchas corrientes de veganos, friganos, en fin bien sea por moda o por “religión” lo importante es saber que cocinar es divertido y mientras lo hagas con cariño, “todos pueden cocinar”, como dice el  chef Gusteau  en la película “Ratatouille”.

Un tango favorito…


Para mí un tango que me gusta, lo escuché en varias versiones y me parece increíble, es “Cambalache”. Es un tango totalmente atemporal; vos lo escuchás hoy y a pesar de ser un tango viejo, todo lo que dice es muy actual, sorprende su carácter visionario pero más aún sorprende que la sociedad no haya cambiado. 

Maryoaly Toro



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